domingo, 15 de abril de 2012

El Capo, sus discursos y algo más...Parte III



Por:  Miriam Rizcalla de Cornejo


Pobreza y Abandono

La pobreza no necesariamente conduce al ser humano a  entrar al mundo sórdido de la corrupción y delincuencia, a hundirse en el abismo de la nada, a abrir las puertas del infierno destruyendo su propia vida, la de sus familiares y el resto del mundo.  No.

Existen muchas personas técnicamente pobres, cuya bondad es notoria a simple vista, seres nobles que reflejan paz en sus rostros, serenidad y alegría.  Seres de bien que viven pacíficamente y aportan en positivo a la sociedad en la cual viven y permiten a muchos seguir creyendo en la humanidad.

El discurso del capo - citado anteriormente - no debe ser interpretado de ninguna manera como una forma de justificación de la criminalidad, porque no la tiene.  Jamás y nunca!  Sin embargo, la realidad nos demuestra que en las zonas marginadas, especialmente en las grandes ciudades, las denominadas "zonas rojas", los índices de delincuencia son realmente alarmantes.  Abunda todo tipo de necesidades, carencias, limitaciones, desempleo, deserción escolar y más.  Sus habitantes suelen sentirse ignorados y abandonados a su suerte, sin una mano que se extienda para sacarlos del abismo en el que se encuentran.  La pobreza extrema salta a la vista, niños a la deriva, menores prostituyéndose por un plato de comida, por drogas, por nada!

Es común ver a los niños trabajando en las calles en horas en las cuales deberían estar en la escuela.  Las autoridades lo saben y no hacen nada...o será que no lo saben?  Por lo menos no parecen estar haciendo lo suficiente, de lo contrario, cómo se explica la existencia de estos cuadros dramáticos en nuestra sociedad?  Cómo echamos a andar nuestros países si no cuidamos el principal recurso que tenemos - el recurso humano - sin el cual un país es nada, excepto un pedazo de tierra?  El alma de cada lugar somos nosotros, los seres humanos!

Es irónico ver cómo - en ocasiones -  son las mismas autoridades quienes en un semáforo en luz roja sacan una moneda para ayudar a un niño de la calle, como gran muestra de humanidad.  Nuestros niños no necesitan limosnas ni lástima de nadie, lo que necesitan es un plato de comida cada día, protección y no estar expuestos a los peligros que supone vivir en la calle.  Necesitan  ocupar una banca en un salón de clases para luego ocupar un lugar dentro de nuestra sociedad, siéndole de utilidad y no vivir al margen de ésta y de sus leyes.  Que se hagan valer sus derechos!  Así nos evitamos que en el futuro surjan nuevos "capos" creando sus propias leyes, sembrando odio y terror por doquier.

Si a la indiferencia e indolencia de nuestros gobernantes le agregamos nuestra sumisión y callada aceptación, cuál es el resultado que pretendemos obtener?  Urge un cambio de actitud, un despertar de nuestra conciencia a ratos dormida.  Digamos no a la aceptación de un sistema sesgado y casi discriminatorio cuya prosperidad pareciera pulular en pequeñas esferas sociales, marginando así a la gran mayoría.





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