lunes, 26 de enero de 2015

Contrastes sociales





Por:  Miriam Rizcalla

El restaurante luce repleto, sin cabida para nadie más.  Todos sus portales llenos, la terraza con los músicos amenizando el lugar, uno de los más antiguos y afamados de la ciudad.  Afuera, en una banca de la acera, duerme una anciana desamparada, una más entre los muchos que deambulan sin rumbo por ahí.

Hace frío. Adentro bailan y ríen divertidos elegantes hombres y mujeres.  Deliciosas cenas para disfrutar, alguna copa de vino para brindar.  Afuera, una manta rahída apenas cubre un cansado cuerpo tendido sobre una fría banca, desprovisto de energía, de ilusiones, un espíritu apagado, un alma solitaria sin nadie que le hable o le comparta, sin más música que el rugir de su propio estómago vacío, sin más sueños que aquellos escondidos en la penumbra de sus recuerdos ya lejanos...

Un rostro triste y sombrío observa en medio del bullicio de la calle, en medio del silencio de una noche más obscura que su propia vida que se va...la esperanza se disipa en las tinieblas de su enorme confusión, de su inmensa soledad...

Los desamparados, los sin techo, los vagabundos. Cuántos calificativos para definir a hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, que ruedan por la vida sin rumbo alguno, donde toque el día o los agarre la noche, cualquier destino les da igual...

Contrastes sociales difíciles de comprender. Un asunto que amerita pronta y urgente atención.

La mendicidad, los desamparados, un fenómeno presente en muchos rincones del mundo. Riqueza, dinero y poder en contraste con una marcada pobreza, escasés y debilidad.

La proliferación de miles de desamparados aquí en Estados Unidos -y muchos lugares- causa inquietud.  ¿Por qué?  ¿A qué obedece esta situación?  Para el tema no faltan los que ya tienen su respuesta y explicación sensata, tan llena de insensatez, ignorando las múltiples causas que lo conforman.

Sin lugar a dudas se trata de un asunto más complejo de lo que parece.

Desempleo, violencia doméstica, abusos de toda índole, deserción escolar, bajos ingresos, desórdenes mentales, entre otras razones, son algunas de las causas que llevan a miles y miles de hombres y mujeres, jóvenes, ancianos y discapacitados a refugiarse en las calles, entregados a la mendicidad como única alternativa de subsistencia.

Una difícil situación reflejada en todos los países, especiamente en las ciudades populosas. En Estados Unidos el asunto se presenta con mayor gravedad en algunos estados más que en otros: California, Florida, Nueva York, Washington...

En un intento por solucionar una realidad que parece salida de las manos, autoridades municipales, y miembros de la comunidad civil, se aprestan a tomar acción sobre la misma, algo que indudablemente no será fácil, pero sí el principio de una posible solución a futuro...