lunes, 26 de diciembre de 2011

NAVIDAD EN NUEVA YORK

Hermoso pesebre en la Catedral de San Patricio

 Por:  Miriam Rizcalla de Cornejo

   La Gran Manzana está como para  darle un mordizco...deliciosa y cálida en medio de un frío invierno, receptiva, colorida; navideña, iluminada, lujuriosa...excitante...

   Millones de almas se desplazan por sus interminables calles y avenidas.  Un mar de gente proveniente de todos los rincones del globo, reunidos en la capital del mundo.  Embriagados por la magia exhuberante de la gran Manhattan, y con todo lo que ésta tiene para ofrecer, abren sus billeteras y, cual fuente inagotable, dejan fluir millones de dólares presas del consumo más frenético, intenso y feroz que se pueda imaginar, satisfaciendo así hasta el más nimio de los caprichos de grandes y chicos.

   El mundialmente famoso árbol de Navidad se erige con todo su esplendor y luces multicolores en el Rockefeller Center.  Una muchedumbre que llega a intimidar, se enloquece tratando de captar la "foto" del recuerdo.  Cientos de personas en espera para entrar a patinar en la pista de hielo.  Todo alrededor extraordinariamente iluminado.  Miles de flashes, como luciérnagas en la noche, parecen danzar en medio de la multitud aglomerada y fascinada con lo que ven.

   A pesar de tanto derroche de lujo y poder económico, llama la atención la visita masiva de miles de fieles a la Catedral de San Patricio, encienden sus velas, ofrecen una oración o permanecen dentro para escuchar la misa...el gran número de jóvenes presentes, en medio de una sociedad tan material, resulta esperanzador...

   Por mi parte no puedo evitar observar y pensar.  Pienso en mi país, Panamá, en mi pueblo de Soná, en nuestros pueblos latinoamericanos que enfrentan grandes dificultades socio-económicas, en los pobres del mundo, en aquellos que con dificultad tendrán algo para poner sobre sus mesas en Navidad.  Algunos, quizá muchos, no tendrán nada para cenar ni mucho menos para compartir con nadie.  El hambre sera su único huésped frente a su mesa vacía de alimentos pero llena de frustración e impotencia.  Buscan y no encuentran esa luz al final del túnel que tanto necesitan...A mi manera sigo observando, escuchando, sintiendo...inevitablemente me veo envuelta en una pesada estola de sentimientos encontrados...Sigo pensando...me pongo a rezar...

martes, 20 de diciembre de 2011

PROHIBIDO OLVIDAR

Por:  Miriam Rizcalla de Cornejo

Es el lema utilizado por los adversarios de la desaparecida dictadura militar, liderada por el entonces general Manuel Antonio Noriega, popularmente conocido como el MAN; en un intento por mantener viva la memoria de las injusticias cometidas durante este período de la historia panameña .

Hoy, a 22 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá, y ante el reciente regreso a suelo patrio del ex-dictador, los ánimos y sensibilidades del pueblo panameño están más exaltados y a flor de piel que nunca.

Por su parte, los adeptos al régimen o adeptos del Partido Revolucionario Democrático (PRD), en una especie de contragolpe, hacen uso del mismo lema como un recordatorio de lo sucedido, y alzan su voz expresando su repudio a la invasión denominada: "Causa Justa". Justa para unos e injusta para otros. En ambos casos, ¿ambos tienen razón?

"Prohibido olvidar", ha de ser un mandato para cada panameño sin importar a cual grupo de protesta pertenezca. ¡Ambos tienen razón! Los panameños JAMAS deben olvidar la opresión a la cual vivieron sometidos durante la dictadura militar, especialmente los últimos años vilmente dirigidos por Noriega. No había libertad de expresión - quien se atreviera a manifestarse abiertamente contra el sistema corría el peligro de convertirse en un desaparecido más -, como la famosa canción de Rubén Blades. La economía completamente destruida, un país maltrecho, dirigido por un demente lleno de odio y hambriento de poder...la lista es larga.

"Prohibido olvidar", también es un mandato para cada panameño para evitar que tanto dictaduras como invasiones no vuelvan a ocurrir. Importante recordar la poesía que dice: "Paisano mío panameño, tu siempre dices SI, SI, SI cuando debes decir NO!". No al silencio, no a la aceptación de lo que a sabiendas es injusto, alzar la voz de protesta cuando un gobernante, quien quiera que éste sea, esté llevando al país rumbo al desastre en todos los aspectos. Quien tiene el poder realmente es el pueblo, pero ese poder sólo existe cuando se ejerce a tiempo, no cuando el abuso ha llegado demasiado lejos. De haber actuado así, los panameños NUNCA hubiesen sido víctimas de una invasión! ¡JAMAS!

El problema es cuando todos callan. Es comprensible. Hay miedo. Hay intereses de por medio. Cuántas personas, muy conocidas y seguidoras del régimen, hoy se erigen airadas ante los desatinos, que en su opinión, suceden en el actual gobierno - en realidad en todo gobierno que no sea PRD -. Con ese mismo ardor y frenesí, aplaudible por demás decir, debieron en su momento cuestionar e intentar detener los atropellos, que a todas luces se venían dando en el país. Pero los intereses en juego eran grandes - calladitos estaban más bonitos - y como con la boca llena no se habla, optaron por mirar hacia otro lado, ignorando así el desmadre total en el cual vivía inmerso Panamá. Esta actitud, también aplica para los seguidores del gobierno presente y venideros. 

Cierto es que fue triste e incomparable la invasión vivida. Un país extraño masacrando, con todo su poderío, a un pedacito de tierra como lo es Panamá, feo que lo hicieran, pero cuánto peor que en su momento fuesen los PANAMEÑOS atacando a sus propios HERMANOS PANAMEÑOS, sólo para estar bien con el dictador y su régimen avasallante y destructor. Todo fuera por su bienestar personal.

Al final del día, existe una doble moral en todos. No hay tal honestidad, ni valor, ni arrojo a la acción por el bien común, excepto por el propio. Sólo se habla en silencio, a escondidas, disconformes, pero sin atreverse a romper con el sistema establecido que tanto les agobia. Generalmente, cuando parecen despertar de ese letargo, suele ser demasiado tarde y es cuando se llega a los extremos, lo cual trae consigo pérdidas cuantiosas, tanto humanas como materiales e incluso espirituales.

Prohibido olvidar para todos y cada uno de los panameños, para que la historia no se vuelva a repetir: ni un régimen dictatorial más...ni una invasión ¡JAMÁS!. Aprender de lo sucedido es una necesidad imperiosa. Que NADIE silencie la voz de un pueblo y que los intereses propios no lleguen a ser tan grandes como para disculpar y aceptar con benevolencia los abusos y violaciones de los derechos humanos de todo un país. Así las cosas, para todos queda: ¡PROHIBIDO OLVIDAR!