Por: Miriam Rizcalla de Cornejo
Intereses políticos y económicos en juego. Mejor calidad de vida para los panameños. Conservación de los recursos naturales. Ataque y defensa. Intransigencia y diálogo. Ideas y propuestas encontradas. Soluciones sin encontrar. ¿La causa que origina todo esto?: La construcción de hidroeléctricas en territorios indígenas.
Luego del conflicto suscitado la semana pasada, que dejó como resultado la muerte de dos personas, cientos de heridos y muchos desaparecidos, pérdidas económicas, perjuicio a la imagen de nuestro país en el extranjero y un gran descontento en la ciudadanía en general, la dirigencia indígena y el gobierno, con la Iglesia como mediadora, llegaron finalmente a un acuerdo que puso fin a los disturbios que tanta conmoción produjo.
Los indígenas de la etnia Ngobe Buglé, están dispuestos al diálogo, pero firmes en su posición, exigiendo que se respeten sus derechos. Indudablemente, el apoyo del pueblo, en su mayoría, se ha volcado hacia los defensores de la madre tierra. Ahora, qué tanto lo están haciendo por convicción, llevados por el conocimiento y comprensión del tema? ¿Realmente el pueblo sabe lo que defiende?, o sólo se une a la lucha indígena, como un pretexto maravilloso para atacar al presidente Martinelli y todo su gobierno, hoy, tan impopular?.
Lo que el pueblo en general expresa, queda claro. El presidente Martinelli no está en su mejor momento con el pueblo que lo eligió y menos aún con quienes siempre lo adversaron. Así, se puede ver fácilmente cómo esta situación llega como anillo al dedo para dejar fluir el sentimiento de rechazo y repudio al gobernante. Los comentarios vertidos en los medios de comunicación social, reflejan el odio visceral que le profesan.
En lo personal, no vengo en su defensa. Tampoco pretendo dirigir un ataque desde una óptica meramente política. Sólo intento ver las cosas en su justa dimensión. Y digo esto porque ciertamente son muchos a quienes sólo les mueve el aspecto político-partidista para opinar, más allá de los intereses por los cuales luchan nuestros indígenas y que tienen que ver con todos nosotros.
El sostiene que la explotación minera no se llevará a cabo, pero que la hidroeléctrica es una necesidad que traerá progreso y desarrollo a la región y abaratará el costo de la energía eléctrica a la población, de lo contrario, en un futuro muy cercano, las tarifas serán sumamente altas. El tiene un buen punto. No se puede negar. Sin embargo, los Ngobe Buglé también tienen el suyo, que es cuidar los recursos naturales tan necesarios para la subsistencia humana.
El desarrollo de hidroeléctricas, explotación de minas y proyectos afines, traen consigo beneficios y perjuicios a la región o poblado donde se llevan a cabo. Indudablemente, la demanda de mano de obra no se hace esperar, el comercio cercano se impacta positivamente y con ello una serie de beneficios que parecen atenuar el impacto negativo que estos proyectos pudieran tener.
No obstante, puestos en una balanza, generalmente el impacto negativo suele pesar más. Conforme pasan los años, se comprueba más y más lo que una hidroeléctrica - tema en discusión - puede causar al medio ambiente: Inundaciones, disminución de las aguas en los ríos, desaparición de peces y especies endémicas en peligro de extinción y mucho, mucho más.
El ser humano, en su búsqueda incesante por lograr niveles de óptimo desarrollo y bienestar en general para una mejor calidad de vida, ha ido destruyendo a su paso lo que a la madre naturaleza le costó crear durante siglos a lo largo de la historia. Lo inverosímil es cuando todos se preguntan, ante los embates de la naturaleza, esos que a su paso arrasan con todo lo que el hombre y natura ha creado, cómo pueden suceder semejantes desgracias?. Se registran pérdidas humanas y económicas sin precedentes, luego, para recuperarse parcialmente del daño sufrido, toca esperar al menos una década para quizá ver cómo se repiten nuevamente los mismos acontecimientos.
Pero al ser humano nada parece detenerlo, y sigue adelante sin escuchar las voces de alerta que nuestra madre tierra emite desde el silencio de sus entrañas. No se da cuenta que ya nos está pasando la factura, y con intereses agregados, y cuanto más la agreda mayor será su furia. ¡No tendrá piedad!
Alguna vez nuestro aire fue puro, nuestras aguas cristalinas, las especies marinas en constante reproducción, sin nada que pusiera en peligro su extinción, la tierra fértil y productiva siempre lista para parir los mejores frutos para nuestro sustento y tanto más, que hoy dista mucho de ser así.
De manera que cuando escucho o leo a aquellas personas referirse a este tema, que actualmente se discute en nuestro país, como un tema concerniente solamente a los indígenas, me sorprendo tanto. Expresiones como: "que traten de arreglar "sus" problemas sin afectar a terceros", me pregunto si es que los recursos de la naturaleza son un asunto inherente única y exclusivamente a los indígenas?!...
Es evidente que requerimos mayor información sobre este asunto. Necesitamos que los medios de comunicación, de una manera simple y sencilla, en un lenguaje llano y de fácil entendimiento, nos eduque en torno a un tema harto complejo y de difícil comprensión. Que verdaderos especialistas, calificados en el caso - de parte y parte -, sin apasionamientos políticos partidistas, nos instruyan en este tema tan controversial.
Si nos limitáramos a no tocar NADA de la madre naturaleza, entonces nadie, absolutamente nadie, gozaría de las comodidades que hoy alegremente disfrutamos. Todo ese comfort del cual hoy nos rodeamos, proviene del uso y ventaja que tomamos de ella, nuestra madre tierra, pues a excepción del aire, todo proviene de ella. De allí, que el problema sea tan profundamente complicado.
Necesitamos saber cómo servirnos de la tierra y sus recursos para elevar nuestro sistema y calidad de vida, pero sin alterar su equilibrio. Saber cuándo decir SI y cuándo decir NO, con firme convicción, pero sobre la base del conocimiento, y en este caso, sobre el tema que nos ocupa: Las hidroeléctricas. Todos queremos vivir bien y gozar de los beneficios que conocemos y tenemos, pero no queremos alterar el equilibrio de nuestro ecosistema. ¡Qué situación tan difícil!
Este tema es sumamente serio y así debe ser visto por todos y cada uno de los panameños. Encontrar la solución perfecta, no será fácil. Ya se vislumbra la posibilidad de llevar este caso a un referéndum de no llegar a un acuerdo. Mientras tanto, habrá que esperar...
Que Dios bendiga a Panamá e interceda en las decisiones que finalmente se tomen, para que éstas sean las mejores, por el bien del país.