Por: Miriam Rizcalla de Cornejo
Margarita, amiga mía, quien te ve tan dulce y tan bonita, y tan ingrata y traicionera.
No quisiera yo, acaso nadie quiera, dudar de tí, de tu presencia, elegante y seductora, suave, sutil y encantadora.
Compartir contigo es un placer, mas siempre en pie y siempre alerta, pues tan gentil, delicada y fina como luces y al menor descuido acestas con tu golpe, desleal y tan mezquina.
Margarita, amiga mía, quien no te conozca no lo pensaría, mas sigues siendo, a la distancia y con prudencia, una agradable compañía...
No hay comentarios:
Publicar un comentario