miércoles, 30 de mayo de 2012

"OJO CON LOS OJOS"


Graciela Alejandra Rizcalla 


Por:  Miriam Rizcalla de Cornejo

Es la advertencia que figura en los afiches colocados en las paredes del Hospital del Niño, en Panamá.  Un llamado al que nunca prestaríamos atención hasta que el dolor nos toca cerca, nos pega fuerte, tal y como sucedió con nuestra Graciela Alejandra Rizcalla quien, con sólo siete meses de edad, empezó a vivir todo un vía crucis, un drama inimaginable...

Todo comenzó con una simple alarma, un supuesto estrabismo.  Todavía recuerdo aquel día cuando mi hermana Cloty, entristecida y preocupada, me llamó para contarme..."la niña tiene estrabismo, vieras cómo se le desvía el ojito derecho...", traté de tranquilizarla y sugerí que la atendieran inmediatamente vía privada para tener un diagnóstico lo más pronto posible.  Este no pudo ser peor. Llorando y desconsolada me informó que se trataba de un desprendimiento de la retina, de allí el desvío de su ojito derecho y tristemente su poca visibilidad por él, no conforme con esto, se descubre la presencia de pequeños tumores en ambos ojos, algunos de gran tamaño que amenazaban con hacerle perder  ya no sólo su vista en el derecho, sino el ojito en sí.  Diagnóstico oficial:  RETINOBLASTOMA, un tipo de cáncer en los ojos.

Desde ese día, todo cambió para todos en la familia.  La niña requería ser sometida a tratamientos de quimioterapia para tratar de combatir los tumores y salvar su ojito.  Fueron largos meses de agonía y sufrimiento.  Su vida, lejos de desarrollarse entre niños y parques de juegos, risas y alegría, empezó a dividirse entre médicos, enfermeras y hospitales, entre el llanto y el dolor.  El Hospital del Niño - y posteriormente el Oncológico - pareció convertirse en una extensión de su propio hogar, habitando allí quizá tanto o más que en casa.

Un día llegó la buena nueva de que el tratamiento había surtido efecto y todo parecía estar bajo control.  Una felicidad inconmensurable nos invadió a todos, que no cesábamos de dar gracias a Dios por escuchar nuestras súplicas...pero ...como siempre, las cosas buenas parecen no durar mucho y al cabo de un tiempo, luego de una de sus rutinarias revisiones, se descubre que algunos tumores se habían reactivado y  ya no se podía esperar más, lo que tanto se temía finalmente llegó:  había que enuclear el ojito, dicho de la manera más brutal, había que extraerlo totalmente, una noticia devastante por demás decir...

El 26 de abril del 2010 su ojito fue enucleado.  Mi sobrina Graciela - madre de la niña - se desgarraba en llanto cuando se despidió de su hija antes de entrar al salón de operaciones, sabía que al salir del quirófano, siendo la misma, su niña ya no sería igual, y así fue, como era de esperarse.  La impresión  no pudo ser mayor.  Su ojito de mirada dulce, tan querido como lo puede ser para cualquier madre, se convirtió en una cavidad enrojecida que en sus primeros días post-operatorio había que limpiar y cuidar con las indicaciones prescritas.  La mano de Dios siempre estuvo presente, pues la niña nunca mostró dolor durante las curaciones y dormía bien.

Ahora el desafío era cuidar que el ojito izquierdo se conservara sano y para ello había que darle un seguimiento riguroso.  Nuevamente la alegría invadió el corazón de la familia, pues los tumores habían cicatrizado y sólo era cosa de ver cada cierto tiempo que todo marchara bien.  Qué más se le podía pedir a la vida?  Aquello era una gran bendición...pero el fantasma de la angustia volvió a aparecer cuando, en una de sus revisiones periódicas, descubren dos tumores activos.

Ante esta situación, los médicos deciden aplicar un par de sesiones de quimioterapia y posteriormente radioterapia con la finalidad de eliminarlos y salvar el ojito, lo que significaba salvar su única opción de conservar la vista.  Tal parece que sus tumores habían encontrado en ella un terreno demasiado fértil para reproducirse, crecer, desarrollarse y multiplicarse y cual maleza, aunque la corten y la rieguen con veneno, igual reaparece, así y quizá peor fueron sus tumores, terriblemente persistentes!

La biopsia realizada al ojo enucleado confirmó que contenía tumores activos y ante el temor de no poder exterminar los del izquierdo, los médicos decidieron enuclearlo para salvaguardar la vida de la niña ya que, de salir el tumor, éste podía irse al cerebro u otras zonas de su cuerpo y con ello la batalla sería entonces para salvar su vida.

El día de la operación estaba indicado.  Sería un viernes finalizando el mes de agosto del año 2010..., pero algo inusitado ocurrió, la niña, que hacía mucho tiempo no se resfriaba, contrajo una gripe muy fuerte y la cirugía fue cancelada, pues bajo esas condiciones no se le podía intervenir.  Luego, a los pocos días, surgió la posibilidad de viajar a Estados Unidos al St. Jude Research Hospital en Memphis, Tennessee, oportunidad que la familia aprovechó para agotar hasta lo último la posibilidad de salvar aquel ojito tan querido.  Así lo hicieron - madre y abuela viajan con la niña - pero al llegar allí, el diagnóstico resultó igual que en Panamá.  La única opción era aplicarle un nuevo tratamiento consistente en una quimioterapia directa al ojo, recomendable sólo para el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, Nueva York, justo donde vivo.  Creímos y sentimos que Dios nos brindaba una oportunidad más.

Al día siguiente de llegar a Nueva York, empezamos los trámites con la finalidad de que se le atendiera lo más pronto posible.  Fue entonces cuando nos encontramos de frente con "Don Dinero", que se erigió frente a nosotros cual gigante inalcanzable.  Hablamos de una fortuna impronunciable y cancelada por adelantado!  De cualquier manera, aunque se hubiese dispuesto del capital,  Dios habría dispuesto otra cosa...

Luego de un mes en Nueva York, la niña dio señales de lo que sería el principio del fin.  Empezaron los síntomas: mucho sueño, irritabilidad e inquietud constante, náuseas y vómitos.  La familia regresa a Panamá.  Era el dos de noviembre de 2010.  Al llegar, esa misma noche, la niña es atendida por su médico, la excepcional Dra. Ah Chu, quien les confirma que, en efecto, el tumor se había pasado al cerebro y crecía cada día.  Se advirtió lo que estaba por venir:  las piernas le empezarían a fallar, dolores de cabeza, más vómitos, pérdida de la visión, dormir más de lo habitual, entre otras.  Así fue, excepto la vista.

Todo fue tan rápido y progresivo que parecía mentira.  Aquella niña, con sólo dos años y medio de edad, se había convertido de un ser tan lleno de vida y alegría, de hablar con tanta fluidez, cantar y bailar, siempre sonriente y vivaz, a un pedacito de vida, una criatura inerte, postrada en una cama, inmóvil, sin poder caminar, en silencio, silenciada la risa y la voz de su garganta y como una lámpara, cuya luz se extingue poco a poco, fue desapareciendo la luz de su rostro, ocultando su carita dulce y siempre alegre entre las sombras de aquella funesta y brutal enfermedad.

A sólo seis semanas de haber llegado a Panamá, la niña fue llevada de emergencia al hospital de Soná, nuestro pueblo, donde siempre hemos vivido, pues había presentado dificultad para respirar durante la madrugada.  Al llegar, los médicos reunidos todos y en consulta con los médicos de Panamá, empiezan a administrarle dosis de morfina muy controlada.  La familia fue advertida de lo que estaba por venir, la pregunta no pudo ser más dolorosa para Graciela, su madre:  usted sabe de qué se trata todo esto, verdad?..."sí... lo sé..." dijo, consciente de lo que estaba pronto a suceder...

Era un asunto de horas.  Dijeron que quizá un día o dos, quizá en la noche o esa misma tarde, y así fue.  A las dos de la tarde de aquel día - 14 de diciembre del 2010 - el marcador de aquella fría sala de hospital donde se encontraba, con su "bip bip", disminuía a pasos agigantados la numeración que anunciaba sin piedad, a cuantos allí se encontraban reunidos:  amigos, vecinos y familiares, que la vida se le iba.  Un pequeño ruido se produjo y alguien preguntó qué había pasado, un médico se acercó... Todo había terminado. 

Gracielita se había ido al cielo, donde no hay dolor, donde todo es perfecto.  Fueron muchas las oraciones y plegarias pidiendo por su salud, pero siempre puesta nuestra confianza en Dios, de que El haría lo mejor para ella y siempre dispuestos a aceptar Su Voluntad, cualquiera que ésta fuera.  Quiso llevarla consigo poniendo fin a aquel sufrimiento, una  agonía demasiado grande para un ser tan pequeño!
Hoy estamos seguros de que no hay lugar mejor para nuestra Gracielita.  Murió para nacer a los brazos de nuestro Señor Jesús.  

Poco a poco, la familia se va recuperando, Graciela - su madre - requiere tiempo, mucho tiempo tan sólo para procesar esta experiencia, porque superarla se dice que jamás.  Dios y el tiempo, la ayudarán a aprender a vivir y ser feliz aún con este dolor por dentro.  Se apagó su Sol, pero en las Alturas hoy brilla más que nunca, intenso, como intenso fuera su breve paso por esta vida, marcando profundas huellas en cuantos la conocieron, transformando muchas almas...

Nota:






He querido compartir esta historia, nada usual, que nos tocó vivir de manera dramática en nuestra familia, a manera de precaución.  El retinoblastoma es un tipo de cáncer en los ojos y su detección temprana puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, sin embargo, nadie espera que el cáncer ataque a un niño y, lamentablemente, esta es una enfermedad infantil cuyo peligro de padecerla alcanza hasta los cinco años de edad. Lo escalofriante es que nadie habla acerca de ella.  Los médicos y pediatras jamás hacen preguntas relacionadas al caso y cuando los síntomas se presentan, es para dar inicio a una batalla campal cuya intención es alzar el trofeo de la vida luego de vencer a la muerte, algo que no siempre ocurre...he aquí nuestro caso.  De tal manera que sólo queda por decir:  "OJO CON LOS OJOS". 









2 comentarios:

  1. Jennifer Chong5/31/2012

    DIOS mio, sinceramente sin palabras ese sufriento es fatal no puedo ni tansiquiera poder imaginarme como haria yo para poder superar algo asi, "Graciela" de todo corazon deseo que Dios te ayude dandote mucha fortaleza y estoy segura que ese angel desde el cielo te manda muchas bendiciones.La historia de tu princesa me conmovio siempre pero al leer esta publicacion me tiene con un vacio enorme en el corazon que no puedo explicar, entonces me pregunto, como te sientes tu siendo quien trajo ese angel al mundo.

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  2. De mi parte gracias por tus palabras y buenos deseos para mi sobrina, Graciela. Una oración por los amigos nunca está de más, pidamos a Dios por su recuperación emocional y por todas las personas que sufren la pérdida de un ser muy, muy querido. Saludos.

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