lunes, 15 de julio de 2013

Todos somos vanidosos...

Por:  Miriam Rizcalla de Cornejo


Yo soy vanidosa!  Todos lo somos.  Miente quien diga lo contrario.  Hasta los chiquitines de corazón limpio y puro son presas de la "vanidad", hay que verlos cuando están arregladitos con algún zapatito o ropita nueva, bien peinados, salen y modelan con tanto gusto que a todos enamoran, saben que están bellos, son tan presumidos!  Los abuelos no se quedan atrás, a ninguno le gusta que le lleguen de improviso a la casa y los encuentren con sus cabellos fuera de lugar, con disimulo elevan sus manos temblorosas en un intento por acicalarse un poco y lucir más presentable ¡allí hay vanidad!  Y yo lo celebro.  

En cada cosa está presente, en cada lavada de dientes, en cada corte de cabello, en cada afeitada, en las fragancias, en el manicure o esos pies bien cuidados, en cada maquillaje, en la camisa nueva, en los colores bien elegidos al vestir...y la lista es larga, de nunca acabar... aún así hay quienes aseguran que no son vanidosos.  ¡Todos lo somos!  Unos en mayor o menor medida, pero lo somos y lo reflejamos en pequeños detalles.

Ahora, lo que no celebro es que la vanidad se erija como dueña de nuestras vidas, tomando el control de nuestra existencia al punto de centrar toda nuestra energía sólo en la imagen, visto así, ciertamente es repulsiva...

A las mujeres nos tienen creada la fama de ser presumidas y por ello quizá nos perdonen un poco el tiempito extra empleado en arreglarnos comparado con los hombres, pero... nosotras como que no somos muy comprensivas con ellos...

Johnny Bravo, el vanidoso más querido por todas...
Hay algo de mal gusto en que un hombre viva obsesionado con la imagen, fijando el valor de su persona sólo por la marca y el precio de lo que carga encima, cuando su valor es algo más profundo, que va más allá de tanta superficialidad...esa vanidad excesiva en los hombres tiende a desagradar, si en las mujeres y no resulta del todo bien vista, aún menos en los caballeros...Claro que Johnny Bravo no estaría de acuerdo conmigo...

Pienso que a las mujeres nos gusta que los hombres sí se arreglen, que se cuiden, luzcan limpios y armoniosos en su apariencia en general, pero de allí a la obsesión, como que no del todo.  Esas cejas tan perfectamente delineadas al estilo de la inolvidable Elizabeth Taylor, y cada detalle milimétricamente bien cuidado, no, no, no...

Si supieran los caballeros, esos que yo tanto defiendo de sus atacantes extremas, que unas cejas al natural tienen su toque sexy, zapatos limpios y uñas siempre bien cortadas todo un requisito, después de eso, algunas deficiencias pasan inadvertidas, o al menos se les pasa por alto, pero tocar los extremos, noooooooooooo, no lo hagan...

Me gusta la gente sanamente vanidosa, presumida, coqueta -o como le quieran llamar- me inspiran cuando por descuido o desánimo salgo toda desteñida y sin gracia y me encuentro a la vuelta de la esquina señoras mayores impecablemente arregladas, perfectamente maquilladas, nítidas!!  Cuando esto me sucede me recrimino a mí misma, pues observo que su espíritu está muy elevado y me pregunto dónde está el mío y regreso a casa con la firme promesa de copiarlas, de no perder esa motivación...¡y es tan fácil perderla!  A cuántas se les escucha decir:  ¡Ay no!  ¿Ya pa' qué?  Pa' lo que hay que ver...¡Error de errores!!!  No promuevo la idea de la falsa vanidad, pero tampoco olvidarnos de nosotras mismas...Está demostrado que en tiempos de crisis hasta un labial nuevo, un cambio de color, favorece psicológicamente a una mujer...

Este tema es de corte largo y tendido, las opiniones seguro serán diversas y encontradas, todas en su fondo merecen comprensión, pues tienen su razón de ser que derivaría en muchos temas más... ésta es la mía, sólo una opinión...de alguien que requiere ser más vanidosa de lo que realmente dice y quisiera ser...



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