Por: Miriam Rizcalla de Cornejo
Hoy les comparto un recuerdo de las muchas conversaciones que tanto atesoraba con mi suegro, Rafael Cornejo, esos ratos de amena conversación donde yo era la mejor conversadora, pues no hablaba, sólo escuchaba y con él valía la pena hacerlo. Dueño de una memoria formidable, también lo era de un gran sentido del humor, mezclado con visos de intelectualidad, política y costumbres del campo, lo que le confería un estilo muy propio y que yo tanto disfrutaba escuchando.
Entre cuento y cuento, un día me contó un cuento relacionado con los discursos políticos en nuestros campos más recónditos, allá por donde el lenguaje suele ser simple y llano, sin mucho adorno ni rebuscamiento alguno, sencillo y limitado como limitadas son las condiciones de nuestra gente en esos lugares apartados, olvidados...
Me contaba que decían "por ahí" que un día llegó un fulano a un campito de esos bien metidos, alguien dispuesto a cautivar con su discurso. Y es que el afán de muchos por impresionar cuando hablan es tan grande que algunos llegan a hacerse realmente famosos por eso. En Panamá se recuerda a algunos personajes en este sentido, figuras destacadas por su rimbombancia al hablar, un uso y abuso del lenguaje sorprendente, casi un dominio total! Tal es el caso del abogado, jurista y politólogo, Juan Materno Vásquez (qepd), alguien a quien había que escucharlo con un diccionario en la mano, pues cuando hablaba, si no se le prestaba atención profunda, se corría el riesgo de no entenderle casi nada! Y de él se trata este cuento!
Fiel a su estilo se presentó frente a un grupo de personas, y haciendo uso de su gran talento arrojó sobre sus oyentes un dicho muy popular entre los hispanos, un dicho que por sus palabras populares sería impublicable, pero que dicho el dicho por él vale la pena referir: "El que con infante pernocta, defecado alborea". Usted se preguntará ¿tanto cuento para este cuento? Sí, pues aunque usted no lo crea, el susodicho dicho tan popular, expresado al estilo del recordado Materno Vásquez, resulta en un quebradero de cabeza para muchos que no alcanzan a captar el mensaje. En fin, para qué complicarse la vida con discursos tan elaborados, tanta bulla sólo para decir que: "el que con ....". Ya sabe cuál es, verdad?...Quizá la expresión no sea de su autoría, quizá no esté documentada en ninguna parte, es probable que sólo se la achacaran a manera de broma, pero de lo que sí no hay dudas es de la extraordinaria verborrea que había en él, tan admirable como en ocasiones divertida.
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