Por: Miriam Rizcalla de Cornejo
Una cosa es decirlo, otra verlo y ni hablar de comerlo! Tremendo atracón! Como dirían los mismísimos colombianos, con ese dejito susurra'o tan característico: Ave María, pues...
Cuando una amiga nos invitó a mi hija y a mí, para almorzar algo ligero, nunca nos imaginamos que iríamos a parar a un restaurante colombiano. Luego de ver la oferta tan variada pregunté qué era lo más autóctono de la cocina colombiana y todos al unísono exclamaron: ¡La bandeja paisa! Ni hablar, venga pa' acá el famoso platillo! Cuando de pronto vemos venir aquellas bandejas enooooorrrmes mi hija y yo no sabíamos si reir, comer o salir huyendo, ¡qué barbaridad! Aquello parecía un mostrario de alimentos: carne, chicharrón, arroz blanco, porotos o fríjoles ( con acento en la i, como dicen ellos), aguacate, plátano maduro, huevo, arepa...y ya, creo que ya, suficiente no? Lo cierto es que aunque nos pareció exagerado en cantidad, también lo fue en calidad, aquello era una ricura, todo fresco, recién hecho, qué delicia!
Después de haber visto y degustado este suculento platillo, la verdad sí quedo invitada a volver y disfrutar de una tremenda bandeja paisa, delicia de la cocina colombiana!
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