Por: Miriam Rizcalla de Cornejo
En un mundo en el que para todo encontramos un motivo para celebrar, lo cual es fantástico, cuánta alegría me da que también exista una fecha especial destinada para celebrar la belleza sublime e incomparable que habita en la poesía.
Desde 1999 la UNESCO designó el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía. Aunque para algunos esto carezca de importancia para otros no, y en ese grupo me incluyo, pues me declaro una enamorada total de la poesía. Desde niña advertí la fascinación que éstas me producían, apreciaba la belleza contenida en cada palabra, en cada línea, en cada idea, muchas que no entendía, pero a pesar de mis pocos años intuía que se trataba de algo hermoso, ese rejuego de mensajes e ideas que sólo los privilegiados de la palabra saben cómo manejar.
Si bien es cierto que poetas y escritores los hay por montones, y muchos muy conocidos, también lo es que existen otros menos conocidos cuyo material no deja de ser admirable. Guardo muchas poesías preciosas de autores destacados, pero admito que una de mis favoritas, si no es la que más, se titula "La Ramera", de Manuel Acuña. Absolutamente preciosa! la recomiendo, larga pero linda, no querrán que termine.
En lo personal, para enamorarme de una poesía y querer sumarla a las que ya tengo, ésta debe contener un mensaje profundo, algo que me lleve a pensar, ejercicio que con el paso del tiempo moldeó de alguna manera mi pensamiento en muchos aspectos.
Aquellos escogidos para plasmar en letras un sentimiento maravillosamente expresado, poemas que llegan al alma, que transforman pensamientos y fortalecen el espíritu -Bécquer, Benedetti, Neruda, Borges, Whitman, Gibran...- Dios los bendiga! A los que están y a los que ya no están, pero que siempre estarán, gracias por nutrir nuestras almas con la belleza que sólo el arte de expresar bellamente lo sentido puede hacer: la poesía.
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