Por: Miriam Rizcalla de Cornejo
Ayer, en mi país, Panamá, se estrenó la nueva versión de la película El Gran Gatsby, basada en la novela homónima del escritor Francis Scott Fitzgerald.
La crítica no ha sido muy benevolente con el film. Para muchos la versión protagonizada por Robert Redford y Mia Farrow, fue mejor. Otros prefieren ésta. Asunto de gustos.
Aquí, el filme produjo ansiedad en algunos de los residentes, jovencitas que expresaban su deseo febril por asistir al estreno que tuvo lugar hace dos semanas. La razón es sencilla y fácil de comprender. La novela se desarrolla justamente en este lugar, Great Neck. Cuando F.S. Fitzgerald menciona en su obra el West Egg, en realidad se está refiriendo a Great Neck, Long Island, New York.
Al momento de su estreno, esas mismas jovencitas fascinadas con el tema, acordaron vestirse al estilo de los años '20, así era como llegaban ataviadas con aquel glamour, evocando el encanto de la época, sintiéndose una Daisy, el amor de Jay Gatsby.
Acerca del autor
Francis Scott Fitsgerald, uno de los escritores estadounidenses más destacados del siglo XX. Vivió mucho tiempo en Great Neck, en el área de Kings Point, el sector más exclu$ivo del lugar. La que fuera su casa aún existe. Calladamente añoraba esa vida, ansiaba ser uno más de esos ricos acaudalados de la clase alta de Nueva York. Él mismo acepta el reflejo de su persona, su presencia, y aspectos de su vida, en ésta y otras de sus obras. Se percibe un callado resentimiento por no haber sido uno más de aquel círculo de belleza, dinero y poder. Sufrió amargamente la enfermedad de su esposa, Zelda, diagnosticada con esquizofrenia e internada en un centro de atención especial. Este periodo de su vida se registra con destreza en otro de sus libros. En París conoció a quien fuera uno de los grandes de la pluma, Ernest Hemingway, a quien le confiaría algunos detalles que tanto le inquietaban de su persona. Murió a temprana edad, víctima de un infarto a causa de su alcoholismo. De sus vivencias, de su observación e interpretación por los tiempos y la sociedad en la que le tocó vivir, nos deja en El Gran Gatsby, considerado por la crítica, una de sus mejores obras, o acaso la mejor...
La casa de Gatsby, ubicada al otro lado de la bahía, desde donde se divisa la famosa luz verde que tanto refiere el autor, fue derribada hace poco tiempo, ya que estuvo a la venta y no hubo comprador. El alto costo de mantenimiento de la mansión, más de cuatro mil dólares diarios, llevó al dueño a derribarla y construir varias mansiones con mayor posibilidad de venta (10 millones de dólares cada una).
Francis Scott Fitsgerald, uno de los escritores estadounidenses más destacados del siglo XX. Vivió mucho tiempo en Great Neck, en el área de Kings Point, el sector más exclu$ivo del lugar. La que fuera su casa aún existe. Calladamente añoraba esa vida, ansiaba ser uno más de esos ricos acaudalados de la clase alta de Nueva York. Él mismo acepta el reflejo de su persona, su presencia, y aspectos de su vida, en ésta y otras de sus obras. Se percibe un callado resentimiento por no haber sido uno más de aquel círculo de belleza, dinero y poder. Sufrió amargamente la enfermedad de su esposa, Zelda, diagnosticada con esquizofrenia e internada en un centro de atención especial. Este periodo de su vida se registra con destreza en otro de sus libros. En París conoció a quien fuera uno de los grandes de la pluma, Ernest Hemingway, a quien le confiaría algunos detalles que tanto le inquietaban de su persona. Murió a temprana edad, víctima de un infarto a causa de su alcoholismo. De sus vivencias, de su observación e interpretación por los tiempos y la sociedad en la que le tocó vivir, nos deja en El Gran Gatsby, considerado por la crítica, una de sus mejores obras, o acaso la mejor...
Mansión de Gatsby en el film, con Robert Redford. Ya no existe. |
Ubicada en Kings Point, Great Neck, se presume fue la casa que inspiró al escritor para su célebre obra. |
Viviendo Fitsgerald en Great Neck, se presume de varios palacetes espectaculares que posiblemente influyeron en él para recrear en su famosa obra la casa por él descrita y toda esa opulencia alucinante, en particular la de esta imagen, rodeada de agua, campos de golf, establos, piscinas, canchas de tennis y tanto más. La fantástica mansión estaba hace poco a la venta por la módica suma de $39.5 millones de dólares. Se dice que fue vendida. Sólo con la historia de esta propiedad, marcada por la tragedia de toda una familia, ya es tema para una nueva producción fílmica...
Atrás quedaron esos años de embrujo que tan bien retrata Fitzgerald en su obra. A su manera, el pueblo sigue siendo el mismo. El derroche no se detiene para algunos. El concepto pobreza no existe para muchos de sus habitantes, pareciera ser un término cuyo significado desconocen, ignoran, pues no forma parte de sus vidas, así como Daisy Buchanan, el gran amor de la vida de Gatsby, para quien vivir como ella simple y sencillamene era algo muy normal, no conocía otro mundo...
Para aquellos que deseen viajar hacia esa época llena de esplendor y de locura, no dejen de ver la película, y si es posible, aún mejor, leer la célebre obra de F.S. Fitzgerald, El Gran Gatsby.
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