Por: Miriam Rizcalla de Cornejo
Dicen que a las personas que escriben de día se les dice ruiseñores y a las que escriben de noche se les dice búhos, y aunque los ruiseñores son realmente lindos no me queda más remedio que verme la cara de búho, y si a esto le sumamos una taza de café al caer la tarde, entonces soy el búho con los ojos más grandes y abiertos que puedan existir. ¡Sólo a mí se me ocurre tomar una taza de café tan tarde! Heme aquí despierta a las seis de la mañana y sin señales de dormir...En un intento fallido por conciliar el sueño, quemé toda la música de mi predilección, música serena, relajante, romántica, liviana, instrumental, nada...me perdí en mis pensamientos, recé, volví a la música ¡y nada!...Sigo aquí, abandonada y traicionada por todos mis aliados, aquellos que siempre acuden al rescate, hoy no lo hicieron, siempre hay una primera vez..."La música amansa a las fieras", me dice un amigo, pero no amansó a la fiera de mi desvelo...La noche se fue, el día llegó, el reloj no detuvo su marcha, como tampoco el sol que asoma en mi ventana...Mis sentidos no están tan claros como el día, no puedo decir "mañana será otro día" o "amanecerá y veremos"...mi mañana es hoy, y en mi amanecer sólo veo, tristemente y con angustia, una cara con ojos de búho...
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